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Ellen G. White

#38 La iglesia de Dios de los últimos días — 5 de 5





Todavía se necesita un reavivamiento espiritual

Cierto mediodía estaba escribiendo sobre la obra que podría haberse hecho en el último congreso de la Asociación General [1901] si los hombres en cargos de confianza hubiesen seguido la voluntad y el camino de Dios. Aquellos que habían tenido gran luz no habían caminado en ella. La reunión terminó y no se había efectuado un cambio de actitud. Los hombres no se humillaron ante el Señor como deberían haberlo hecho, y el Espíritu Santo no fue impartido. {EUD92 58.2}


Había escrito hasta ese punto cuando perdí el conocimiento, y me pareció estar presenciando una escena en Battle Creek. {EUD92 58.3}


Estábamos reunidos en el auditorio del Tabernáculo. Se ofreció una oración, se cantó un himno, y nuevamente se ofreció una oración. Se hizo ante Dios una muy ferviente súplica. La reunión se caracterizaba por la presencia del Espíritu Santo... {EUD92 59.1}


Nadie parecía demasiado orgulloso como para no hacer una confesión sincera, y los que tomaron la iniciativa en este proceder eran los que tenían influencia, pero que antes no habían tenido el valor de confesar sus pecados. {EUD92 59.2}

Había un regocijo como nunca antes se había oído en el Tabernáculo. {EUD92 59.3}


Entonces desperté de mi inconsciencia, y por un rato no pude darme cuenta dónde estaba. Mi pluma estaba aún en mi mano. Se me dijeron estas palabras: “Esto es lo que podría haber sido. El Señor estaba esperando para hacer todo esto en favor de su pueblo. Todo el cielo estaba esperando para manifestar su benevolencia”. Pensé en dónde podríamos haber estado si en el último congreso de la Asociación General se hubiera realizado una obra cabal.—Testimonies for the Church 8:104-106 (5 de enero de 1903). {EUD92 59.4}

Me he sentido profundamente impresionada por las escenas que recientemente han pasado ante mí en horas de la noche. Parecía que un gran movimiento—un reavivamiento—se producía en muchos lugares. Nuestros hermanos estrechaban filas en respuesta al llamado de Dios.9—Testimonios para los Ministros, 515 (1913). {EUD92 59.5}


La paciencia de Dios con su pueblo

La iglesia ha fallado, tristemente fallado, en satisfacer las expectativas de su Redentor, y sin embargo el Señor no se retira de su pueblo. Todavía los soporta, no porque se encuentre en ellos ninguna virtud, sino para que el nombre de Dios no sea deshonrado ante los enemigos de la verdad y la justicia, para que las agencias satánicas no puedan triunfar destruyendo al pueblo de Dios. El ha soportado pacientemente su indocilidad, incredulidad e insensatez. Los ha disciplinado con maravillosa paciencia y compasión. Si ellos oyen su instrucción, él los limpiará de sus tendencias perversas, salvándolos con una salvación eterna y convirtiéndolos en monumentos eternos del poder de su gracia.—ST Noviembre 13, 1901. {EUD92 59.6}

Deberíamos recordar que la iglesia, aunque débil y defectuosa, constituye el único objeto en la tierra al cual Cristo otorga su consideración suprema. El la observa constantemente lleno de solicitud por ella, y la fortalece mediante su Espíritu Santo.—Mensajes Selectos 2:457 (1902). {EUD92 60.1}


Dios trabaja con aquellos que le son fieles

El Señor Jesús siempre tendrá un pueblo escogido que le sirva. Cuando el pueblo judío rechazó a Cristo, el Príncipe de la vida, él les quitó el reino de Dios y lo dio a los gentiles. Dios continuará obrando en base a este principio con cada rama de su obra. {EUD92 60.2}


Cuando una iglesia demuestra que es infiel a la palabra del Señor, cualquiera sea su posición, y por alta y sagrada que sea su vocación, el Señor ya no puede trabajar con ellos. Otros son entonces escogidos para llevar importantes responsabilidades. Pero si a su vez éstos no purifican sus vidas de toda acción incorrecta, si no establecen principios puros y santos en todos sus límites, entonces, dolorosamente, el Señor los afligirá y humillará, y, a menos que se arrepientan, los quitará de su lugar y hará de ellos un motivo de ignominia.—Manuscript Release 14:102 (1903). {EUD92 60.3}


Juzgados por la luz concedida

La iglesia adventista del séptimo día debe ser pesada en la balanza del santuario. Será juzgada conforme a las ventajas que haya recibido. Si su experiencia espiritual no corresponde a los privilegios que el sacrificio de Cristo le tiene asegurados; si las bendiciones conferidas no la capacitaron para cumplir la obra que se le confió, se pronunciará contra ella la sentencia: “Hallada falta”. Será juzgada según la luz y las ocasiones que le fueron deparadas... {EUD92 61.1}


Las solemnes advertencias que nos han sido dadas por la destrucción de instituciones valiosas y útiles,10 nos dicen: “Recuerda por tanto de dónde has caído, y arrepiéntete, y haz las primeras obras”. Apocalipsis 2:5... {EUD92 61.2}


A menos que la iglesia contaminada por la apostasía se arrepienta y se convierta, comerá del fruto de sus propias obras, hasta que se aborrezca a sí misma. Si resiste el mal y busca el bien; si busca a Dios con toda humildad y responde a su vocación celestial en Jesucristo; si permanece sobre la plataforma de la verdad eterna, y si por fe realiza los planes que han sido trazados a su respecto, ella será sanada. Aparecerá en la sencillez y pureza que provienen de Dios, exenta de todo compromiso terrenal, demostrando que la verdad la ha hecho realmente libre. Entonces sus miembros serán verdaderamente elegidos de Dios para ser sus representantes.—Joyas de los Testimonios 3:251-252, 254 (21 de abril de 1903). {EUD92 61.3}


La historia de Israel es una advertencia para nosotros

En estos últimos días el pueblo de Dios será expuesto a los mismos peligros que enfrentó el antiguo Israel. Aquellos que no reciban las advertencias que Dios da, caerán en los mismos peligros en los que cayó el antiguo Israel y no entrarán en el descanso debido a su incredulidad. El antiguo Israel sufrió calamidades debido a sus corazones no santificados y sus voluntades indóciles. Su rechazo final como nación fue el resultado de su propia incredulidad, confianza propia, impenitencia, ceguera de mente y dureza de corazón. En su historia tenemos una señal de peligro que se levanta ante nosotros. {EUD92 62.1}

“Mirad, hermanos, que no haya en ninguno de vosotros corazón malo de incredulidad para apartarse del Dios vivo... Porque somos hechos participantes de Cristo, con tal que retengamos firme hasta el fin nuestra confianza del principio”. Hebreos 3:12, 14.—Carta 30, 1895. {EUD92 62.2}


La iglesia militante es imperfecta

La iglesia militante no es la iglesia triunfante, y la tierra no es el cielo. La iglesia está compuesta de hombres y mujeres falibles, imperfectos, que no son sino aprendices en la escuela de Cristo, para ser instruidos, disciplinados, educados, para esta vida y para la vida futura, inmortal.—ST Enero 4, 1883. {EUD92 62.3}

Algunas personas parecen pensar que al entrar en la iglesia serán cumplidas sus expectativas, y hallarán solamente personas puras y perfectas. Son celosas en su fe, y cuando ven faltas en los miembros de la iglesia, dicen: “Nosotros abandonamos el mundo para no tener ninguna asociación con individuos malos, pero el mal se halla aquí también”; y preguntan, como los siervos de la parábola: “¿De dónde, pues, tiene cizaña?” Pero no necesitamos chasquearnos así, pues el Señor no nos autoriza a sacar la conclusión de que la iglesia es perfecta; y todo nuestro celo no nos permitirá tener éxito en lograr que la iglesia militante sea tan pura como la iglesia triunfante.—Testimonios para los Ministros, 47 (1893). {EUD92 63.1}


La iglesia triunfante será fiel y semejante a Cristo

La obra pronto ha de terminar. Los miembros de la iglesia militante que han demostrado ser fieles integrarán la iglesia triunfante.—El Evangelismo, 512 (1892). {EUD92 63.2}


La vida de Cristo era una vida llena con un mensaje divino del amor de Dios, y él ansiaba intensamente impartir este amor a otros en una rica medida. Su semblante resplandecía de compasión, y su conducta se caracterizaba por la gracia, la humildad, la verdad y el amor. Cada miembro de su iglesia militante debe manifestar las mismas virtudes, si quiere unirse a la iglesia triunfante.—Fundamentals of Christian Education, 179 (1891). {EUD92 63.3}



 

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