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  • Ellen G. White

#28 Señales del pronto regreso de Cristo — 3 de 5



Glotonería e intemperancia

La glotonería y la intemperancia se hallan en el fundamento de la gran depravación moral de nuestro mundo. Satanás está consciente de esto y constantemente tienta a hombres y mujeres para que satisfagan sus gustos a expensas de la salud y hasta de la vida misma. En el mundo, comer, beber y vestirse se convierten en el blanco de la vida. Precisamente tal estado de cosas existió antes del diluvio. Y este estado de disipación es una de las evidencias sobresalientes dela pronta terminación de la historia de esta tierra.—Carta 34, 1875.


El cuadro del mundo antediluviano que pintó la inspiración representa con fiel veracidad la condición a la cual la sociedad moderna está llegando rápidamente.—Historia de los Patriarcas yProfetas, 91 (1890).


Sabemos que el Señor viene muy pronto. Rápidamente el mundoestá llegando a ser como era en los días de Noé. Se ha entregado a la indulgencia egoísta. El comer y el beber se practican en forma abusiva. Los hombres están bebiendo el licor venenoso que los enloquece.—Carta 308, 1907.



Hechos de violencia

En los días de Noé, la abrumadora mayoría se oponía a la verdad y estaba prendada de una trama de falsedades. La tierra estaba llena de violencia. Guerra, crimen, asesinato estaban a la orden del día. Así también será antes de la segunda venida de Cristo.—Comentario Bíblico Adventista 1:1104 (1891).


Los gremios laborales son incitados rápidamente a la violencia si no se satisfacen sus demandas. Se ve cada vez más claramente que los habitantes del mundo no están en armonía con Dios. Ninguna teoría científica puede explicar la marcha constante de los obradores de maldad bajo el mando de Satanás. En cada tumulto hay ángeles malos que trabajan para excitar a los hombres cometer actos de violencia [...].La perversidad y la crueldad de ellos llegará a tal grado que Dios se revelará en toda su majestad. Muy pronto la maldad del mundo habrá llegado a su límite, y como en los días de Noé, Dios derramará sus juicios.—Alza tus Ojos, 332 (1903).


Los terribles informes que oímos sobre asesinatos y robos, sobre accidentes ferroviarios y hechos de violencia, cuentan que el fin de todas las cosas está cercano. Ahora, justamente ahora, necesitamos estar preparándonos para la segunda venida del Señor.—Carta 308, 1907.



Guerras y desastres

La tempestad se avecina y debemos prepararnos para afrontar su furia mediante el arrepentimiento para con Dios y la fe en nuestro Señor Jesucristo. El Señor se levantará para sacudir terriblemente la tierra. Veremos desgracias por todas partes. Miles de barcos serán arrojados a las profundidades del mar. Armadas enteras se hundi- rán, y las vidas humanas serán sacrificadas por millones. Estallarán incendios inesperadamente y no habrá esfuerzo humano capaz de extinguirlos. Los palacios de la tierra serán arrasados por la furia de las llamas. Serán cada vez más frecuentes los desastres ferroviarios; en las grandes vías de tránsito habrá confusión, choques y muerte sin la advertencia de un momento. El fin está cerca, el tiempo de gracia termina. ¡Oh, busquemos a Dios mientras puede ser hallado, llamémosle en tanto que está cercano!—Mensajes para los Jóvenes, 87 (1890).


En las escenas finales de la historia de esta tierra, la guerra preva- lecerá. Habrá epidemias, mortandad y hambre. Las aguas del abismo rebasarán sus límites. Incendios e inundaciones destruirán la propie- dad y la vida. Debiéramos estar alistándonos para las mansiones que Cristo ha ido a preparar para los que lo aman.—¡Maranata: el Señor Viene!, 172 (1897).



Grandes bolas de fuego

En la mañana del viernes pasado, justamente antes de despertar, se me presentó una escena sumamente impresionante. Tuve la sensación de que despertaba del sueño en un lugar que no era mi casa. Desde las ventanas veía una terrible conflagración. Grandes bolas de fuego caían sobre las casas, y de ellas salían dardos encendidos que volaban en todas direcciones. Era imposible apagar los incen- dios que se producían, y muchos lugares estaban siendo destruidos. El terror de la gente era indescriptible. Desperté después de cierto tiempo y descubrí que estaba en mi hogar.—El Evangelismo, 25-26 (1906).


Una escena muy impresionante pasó ante mí en visiones noctur- nas. Vi una inmensa bola de fuego que caía en medio de un grupo de hermosas casas que fueron destruidas instantáneamente. Oí a alguien decir: “Sabíamos que los juicios de Dios visitarían la tierra, mas no pensábamos que vendrían tan pronto”. Otros dijeron en tono de reproche: “Vosotros que sabíais estas cosas, ¿por qué no dijisteis nada? ¡Nosotros no lo sabíamos!—Joyas de los Testimonios 3:296 (1909).


 

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